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martes, 11 de agosto de 2015

LA CULTURA GÓTICA (Parte 2)

Como toda cultura urbana, vista superficialmente, desde su tallo, se tiende a ignorar su raíz a simple vista. Tomar el concepto de lo oscuro es susceptible de caer en bruscas malinterpretaciones que se hacen latentes tanto en detractores como en seguidores del gótico en ciudades latinoamericanas como en Bogotá. En donde la intención de adaptar un vasto conjunto de elementos musicales e históricos ricos en arte y poesía, que se entretejen sutilmente para reducirse a un mismo término, resulta ser un desafiante proyecto que no se puede dejar únicamente al libre albedrío de los medios de comunicación o en las manos de jóvenes mal informados.




Lo gótico debe ser subversivo para sobrevivir. De ahí su oscuro porte y su refinada firmeza. A diferencia de las demás tribus urbanas; sea punk, hip hop, heavy metal, lo gótico se sirve, en su acepción más directa, de lo estético para abolir, con cierto matiz de indiferencia y una expresiva elegancia, el orden ordinario de la sociedad. 




“No hay mayor negación de lo social que lo imaginario” afirma Andrés Canteras Murillo, profesor de sociología de la Universidad Complutense de Madrid en el Documental 'Cultura Gótica' (Ver acá) “Justamente de esta manera no violenta, por apartamiento, hasta con símbolos de muerte, pretenden cambiar esta sociedad que no les gusta, llena de apetitos de consumo que parece no ver la precariedad que sufren muchos. Los góticos parecen haber optado por una vida más orientada hacia la conciencia existencial, en la que el sujeto se refugia y apoya en sus iguales” (García, A, Samper, A. y Casañas J, 2010).


En Colombia, debido a la crudeza de la subcultura, la superficie siempre será el lado más delicado; pues los medios de comunicación están al margen de estas manifestaciones como entes en busca de rescatar lo más alarmante de la sociedad, sin importar manejar un contenido insuficiente o a veces distorsionarlo, con un fin sensacionalista. 




En un reportaje corto es complicado dar un margen de lo que es la subcultura sin caer en vagas ambigüedades de sus entrevistados, o exagerar con la voz de un narrador omniprescente que hace que predomine la hipérbole sobre lo verídico. Un ejemplo es un reportaje hecho por caracol noticias sobre diferentes tribus urbanas, entre ellas los góticos (ver acá). Con la narración en off sobre un joven llamado Juan Carlos que se le consideró gótico por su aspecto, se cuenta sobre él una historia algo inverosímil y contraria a lo que dice el joven cuando intenta explicarse en la entrevista. 





Totalmente contraria a la estética gótica, que se deleita con secretos y misterios, la televisión es un medio conformista que simplifica y desmitifica a fin de explicar el mundo. (Baddeley, 2007, p 145). Entonces, por un lado la televisión que reduce el contenido y lo espectaculariza y por otro la ambiguedad con la que se define la subcultura, resultan ser elementos detractores que distorsionan el sentido de lo que es esencialmente artístico, que es lo que pretende desarrollar el movimiento.





En países como Colombia, no es de extrañar que la prensa le prioridad a los factores que causan más miedo por el hecho de ser extraño. Y, como en toda moda juvenil, la estética “extraña” es lo más atractivo, cualquier joven, atraído por lo oscuro, es susceptible de caer, asimismo, en un gregarismo particular. 




Para tratar esta situación, el foco radica en que tanto se pueda transformar la forma en cómo interpretamos los códigos de comportamiento y de vestimenta, tanto de los detractores como de sus seguidores. Lo cual ese acercamiento es diferente y en muchos casos indiferente si se hace un paralelo con la subcultura en Europa. 




El hecho de que en lo gótico predominen los rasgos estéticos, no quiere decir que cualquiera que lea a los poetas románticos necesariamente tenga que llevar las uñas pintadas de negro y escuchar música oscura. Pues, dicho de forma simplista, esto no es cuestión de apariencia, sino de distintos grados de sensibilidad enraizados de antemano en el individuo, mientras que lo colectivo viene a presentarse como una consecuencia. 




Cualquiera que tenga la intención de interesarse más por este “submundo”, no necesariamente tiene que ser por motivos de hacerse notar, o buscar una especie de reconocimiento, sino por encontrar algo así como un nicho de identificación, un hogar de poesía y arte. 



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