El deseo y la culpa - Nicandréz |
La postfiesta da sus golpes en la cara sin necesidad de ser violenta
Viéndome
las caras al espejo como verrugas desechas
El aire
respira por mí la palabra que no iba a ser dicha
Una
improvisación huesuda, maltrecha con una genialidad mediocre
Las cartas
que se pierden y la magia no transita por cauces sino por trancones
La mano
dando tumbos en las teclas para a duras penas eructar una palabra buena
El inconsciente no termina de soltar sus líneas más sentimentales, más: no exactas
La derecha
embute whiskey de fin de año solitario para reinventar la decadencia
Los
escombros en tatuaje de jardines y exóticos lamentos con paisajes saturninos
Cesa la música,
se oye el ronquido del escándalo, y mis pies bostezan la mañana
El sol
parece enguayabado del ciclo que se ha ido a otro mundo, a algún paraje diferente
Y las voces
del insomnio hacen piyamada en el vacío del cerebro
Que moral o
aprendizaje, que certeza de intelecto no ha infectado manantiales?
Que deseo
retorcido o pensamiento pernicioso, que se ha vuelto un cáncer
No ha
gestado un monstruo que confundimos con Dios?
Ni el sabor
de la aceituna, ni el calor del mediodía, puede controlar el goce
De sombrear
la cima, con tiniebla propia, ni el color de los almendros
Ni las
artes más profana, pueden consolar el cuerpo con pomadas de sábila
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