Elige tu idioma

lunes, 14 de agosto de 2017

LA PSICODELIA (Parte 2) - Un poema del TRAPECISTA



Como una ficha de ajedrez, si no creo me destruyo. Como una sabiduría hueca, si no doy, me quito, como una piedra en el zapato, si no incomodo, doy mil pasos, como una expresión de amor incondicional, si no odio, desaparezco. Soy humano, la humanidad que me atraviesa como un nardo me hace fuerte y me vulnera. La esquizofrenia del espíritu, me recuerda lo bello que son las escaleras que conducen al mundo interno.

Así qué busco, busco y buceo en los horizontes maquiavélicos, en los asfaltos, en las estrellas terrestres, en los cuernos de los unicornios, y no encuentro más que polvo. Me quedo en una especie de limbo jugando a ser poeta, mientras que afuera la vida se divierte con las faldas de las muchachas bonitas, y yo espero, espero, espero, espero a que sea mi turno sabiendo, que mi turno, no es más que un invento. Un muro creado por los orfebres de mi imaginación por seguridad, para que nadie desautorizado entre o salga de mi reino.


Trabajo como un loco, para hacer del arte, algo digno, si afuera todo parece escabroso, en las páginas plancho las camisas de los minotauros del silencio, para que literatura equivalga, no solo a palabras escritas sin mucha trascendencia. Sino que también, den al canto espiritual de los helechos, la oportunidad de que nuevos colores crezcan.


Yo soy el corazón del infierno, dónde bajo mis bujías por donde atraviesan fluidos, nace el alma de la pirotecnia. Yo soy la brújula de los esqueletos desorientados, ese océano negro que pare nuevos y nuevas mares. Si no creo me destruyo. Altazor, Poseidón Zeus, y otros dioses se elevan mientras yo me hundo a conocer lo que habita debajo de los manantiales romanos, a escudriñar el espíritu del indígena, y habitar por un tiempo, como antropólogo obsesionado, las fibras más sensibles del pordiosero.



No hay comentarios:

Publicar un comentario