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jueves, 18 de febrero de 2016

CALENTAMIENTO GLOBAL DE MIS PROVERBIOS



I
Estoy sirviendo a un dios de plástico
En mis marañas de hiena espantada
Abrazo el diluvio del oximorón
Y como una sortija de androide
El astro que atraviesa mis escarchas
Desnudo al aspa Corazón

Burlas que tiemblan en la longitud
De un peñasco amarillo
La gaita se oxida en un malecón de arcilla
Grabados de antorchas y langostas
Vierten luz en la espina caída

Sorpresa del tiempo, el lagarto persevera
En romper a diatribas el esternón
Zapatos antiguos en orden de números
Liendras y cantos de sol a prisión




II
Como una noche espantada
Espantapájaros enumeran sus alas
De duendes perturbados,
A la intemperie
De una dimensión hermafrodita
El pensamiento se transforma en sabiduría
De metal transmutado en arcilla
Y la arcilla en oro de alquimia
Y magia universal



III
La música se araña a si misma
Dejando notas maltratadas
Sobre una partitura de Mozart
La bestia de los agujeros negros
Devora mis ansias de encontrar
El camino que me llevará
A fundirme con la vasta inmortalidad

El nombre del silencio celeste
Es un silencio imposible
La locura que arrastra cimientes
La espera de un paraíso arruinado
La novela de Shakespiere
Y el romance de Napoleón
Nadie se arroja sobre todo
En este abrazo de lluvia
Dónde nace
La aquiescencia de la desnudez
Enmascarada de esperanza
Y un cinismo atávico
Atravesado por los ojos
De la insensatez



IIII
Paso revista
Por los estrechos muros
Del establo de los gases  
Moléculas de insomnio
Y pasión lírica
Medieval sonido
Que revienta
El barroco de la vida
Troncos de humo verde
Se despliegan por el centro
De la espiritualidad más atea
La lucha entre los astros y los peces
Se convierte en una rebelión
De sangre azul y nube silvestre
No estas vivo, la noche te arrastra
En percepciones inconsciliables
Con el bautizo del amor intrauterino
Zapazos que en el centro de la sombra
Revuelcan, lodo de avestruz
Será tu espina
Tu lanza emocional
Hacia el contacto con el nacimiento
Del acuario y los signos de su manantial



V
El primer hombre que pisó la lluvia
Fue un canto de ciprés
Enemistado con el tiempo
La sonrisa de un torero
Despertó, la insatisfacción
De Diós y en medio
La monstruosidad de los labios
En forma de secretos
Lanzó un cañonazo
De luminosidad cariñosa
A las algas que se podrían
En la eternidad del espejo
Tiempos aquellos del termómetro
En los qué la braza amarilla
Calcinó él último vestigio
Que quedaba del pasado
Y la especie de los lobos reservados
En la batalla del pesebre habían sido derrotados
No habrá noche que recuerde

A este fuego que nunca se apagó
Ni historia que enternezca 
La savia maldita que pulsaba
Flechazos de intuición fatídica
En el espejo acorazado
De la flauta y el león

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