En el embudo
la rutina
la estación que abre su hocico de estrella
la abundancia haciendo muecas de simio
El baúl de silencios rotos
Elefantes sobre mis espejos
El bigote de Dalí
Y la sangre de Pizarnick
Los pensamientos de Krishnamurti
Las aventuras amorosas de Borges
Nada viajando alrededor
Del globo terráqueo
Caperucita roja comiendo bananos negros
Libélulas rosadas, haciendo el amor en mi cerebro
La locura es la cicuta que Sócrates bebió
El vino de Hermes Trimegistro
Las horas de descanso de la condesa Bathory
La venganza y desengaño de Frida Khalo con sus amantes
El tiempo redime cantos de pez en el solsticio del misterio
Somos carne divina que se cuece, y se asa en el asador del espíritu
La lluvia de cristales puntiagudos ya fue victimaria de nubes
Ahora mis pensamientos embotados piensan en volver al Buda de Kerouac
Con la intensidad de una tormenta de relámpagos
Y partituras de Jazz
Notas que son llaves voladoras
De corazones que luchan por la vida
Abren puertas a la quinta dimensión
De la noche que del miedo delimita
Un lugar nunca antes conocido
Por los sentidos
La percepción del búho
Que escupe gorjeos de sabiduría
Nacidos de pulmones
de gárgolas de Notredame
La vida se retuerce frívola
Pero con mucho incendio de castillos imperiales
Y caidas de Constantinopla y Normandías
Para erigir el altar de cenizas de una virgen medieval
Y emanar el abismo luminoso de los hocicos de los puercos
De los códigos solares y de los círculos concéntricos
Encriptados en ruinas Mesopotámicas y en meditaciones taoistas
Sarpar hacia el paraíso de la nostalgia
En los navíos rotos de Cristobal Colón
En las espaldas de un príncipe traidor
Que ha dejado el reino y su familia atrás
Para reencontrarse con la quintaesencia espiritual
Encarnada en los colmillos de un elefante surrealista
En los zapatos, de un ajedrecista enamorado del alfíl
En las estrellas de una niña lunática con corazón de león
En el espejo de una reina de Arabia, que se corta el rostro
Con la cuchilla de un poeta
Que se gana la vida
Como un chofer de camión
Qué más decir del movimiento de la muerte interior
Cuando de todos mis deseos
Se cuestiona la verdad de los videntes
Creyendo en la belleza de la historia
Anulando al tiempo que el tiempo no revierte
Mas que en los parajes de nuestra mente
Para redimir en el Aleph de Borges
La deuda de la iluminación
Dejar a paz y salvo la espiral
De nuestro eterno karma
Quebrar sin remedio
La estatua del dios que duerme
En nuestro altar interior
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