Labra el perro una pestaña
De amatista entre la voz
El cieno anuncia la ventisca
De un recuerdo en do mayor
En tanto de lo poco que quedaba
Sembrabas
En cultivos de cemento
Semillas de ilusión
Astros ciegos eclipsaan su última estela
En querubines de charol
Los escarpines nocturnos embebían
De la fuente donde una noche amanecía
Silbando a los cuatro misterios
El corazón de una canción
Que bien se sentían
Los espantos del viento
Que bien se vertían
Las gotas de fuego en el corazón
Las raíces prensaban sus nubes fantasmas
Entrando en el ritmo de la pasión
El risco del alma en la pupila atraía
Equinoccios en víspera de un tiempo mejor
La palabra no dicha en su vientre escondía
En silencio una daga negada a si misma
A cortar el cordón
En tanto todo danzaba a merced de la vida
A merced de los vientos y los caminos sin mapa ni prisa
A merced de los muertos y las batallas perdidas
A merced de universos que las gallinas ponían
Endulzando el latido de los cuatro misterios
Abriendo con tumbos las puertas del sol
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