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jueves, 13 de noviembre de 2014

No me nombrarás a tus ancestros
Cuando el rocío de la mañana
Halla caído sobre mi herida
Sacudiendo preceptos
No recorrerás el portico
Que en tu mano oxidó
La botas del espíritu hacedor

No temblarás de tristeza
Donde los áboles danzan
El vals de la briza siniestra
Sin salir del peñasco de tu interior

No mirarás a los días que pasan grises
Ni en auroras matutinas
Que hacen trampa en tus juegos
Y seducen a la sensación

No mirarás los establos que hacen bulla
En la paz del silencios cuando el
Dinosaurio de tus labios
Arremete contra mi ilusión de miel

No veras a los cisnes caer
De otros mundos, cuando el estado
Del cielo destruya las palabras
Que hiceron daño
En los oídos de los deseos

No aburriras a las canciones infantiles
Con tus notas melancólicas, hechas
De hierro y sombras, para
Deshacerte del elixir
Que paren las rosas

No te internarás en la noche de los vuelos vugaces
Ni reirás en las estrellas lejanas, 
Lejos lejos del cuerpo
Que te regalaron tu corazas de fino roedor
Ni entrarás por la puerta
Que el laberito te abre
Para que lances tus dientes
Dentro del estanque
Sin darte tiempo de arrancar
A la vida del hambre

No despertaras, ni acrecentaras, la agonía
De existir viendote al espejo
De tus especulaciones, donde
Los guijarros y guirnaldas
Muerden espinas de besos sepulcrales
Y entonan las rimas de un dios
Que no reconoce la diferencia
Entre le campanaso de tu alma

Y el secreto de mi arte

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