No me nombrarás a tus
ancestros
Cuando el rocío de la
mañana
Halla caído sobre mi
herida
Sacudiendo preceptos
No recorrerás el
portico
Que en tu mano
oxidó
La botas del espíritu
hacedor
No temblarás de
tristeza
Donde los áboles
danzan
El vals de la briza
siniestra
Sin salir del peñasco
de tu interior
No mirarás a los días
que pasan grises
Ni en auroras
matutinas
Que hacen trampa en
tus juegos
Y seducen a la
sensación
No mirarás los
establos que hacen bulla
En la paz del
silencios cuando el
Dinosaurio de tus
labios
Arremete contra mi
ilusión de miel
No veras a los cisnes
caer
De otros mundos,
cuando el estado
Del cielo destruya
las palabras
Que hiceron daño
En los oídos de los
deseos
No aburriras a las
canciones infantiles
Con tus notas
melancólicas, hechas
De hierro y sombras,
para
Deshacerte del elixir
Que paren las rosas
No te internarás en
la noche de los vuelos vugaces
Ni reirás en las
estrellas lejanas,
Lejos lejos del cuerpo
Que te regalaron tu
corazas de fino roedor
Ni entrarás por la
puerta
Que el laberito te
abre
Para que lances tus
dientes
Dentro del estanque
Sin darte tiempo de
arrancar
A la vida del hambre
No despertaras, ni
acrecentaras, la agonía
De existir viendote
al espejo
De tus especulaciones,
donde
Los guijarros y
guirnaldas
Muerden espinas de besos sepulcrales
Y entonan las rimas
de un dios
Que no reconoce la
diferencia
Entre le campanaso de
tu alma
Y el secreto de mi
arte
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