Piden aire los listones que unen a las almas
Y en el espesor del mediodía
Un llanto de estrellas taciturnas
reluce, reverdece
La poesía del corazón vuelve a brillar
en los pasillos oscuros del embrujo marital
Las nubes se quitan sus máscaras de algodón
Precipitando ángeles desnudos en hordas
de cascadas de Iguazú
Cuando el pirata ciego pisa tierra firme
las gaviotas se refugian en la palma de mi mano,
la melodía de la flauta andina es un escorpión
que vacuna de salud a las divinidades enfermas
Y los huesos -fósiles de dinosaurios, monos y humanos-
son cremados con el canto espiritual de las culebras
Redescubre el rastro suicida la ilusión de vivir
Y los reflejos en el agua se tiñen de rostros descarados
Donde un niño pinta retratos de budas despiertos
Y si alguien imagina la escena -no existe-
Es solo el resplandor del miedo, un destello de paz
que cimienta su lirio de sol en las sombras del invierno
Donde la conciencia esta lista para recibir a la belleza
En cada célula de su interior
Y el amor se tiene en cuenta para asaltar el exterior
con una bandada de mariposas coloridas
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